En 2012, un empleado de Burger King provocó indignación cuando publicó una foto anónima en Internet en la que aparecía de pie sobre dos contenedores de lechuga, con el texto: “Esta es la lechuga que se come en Burger King”. La foto se volvió viral rápidamente y los usuarios de Internet entraron en acción. Utilizando los metadatos de la foto y las pistas de la imagen, rastrearon la ubicación específica de Burger King en 20 minutos. Como resultado, el empleado fue identificado y despedido rápidamente por el restaurante.
El incidente puso de relieve tanto el poder de la investigación a través de Internet como las graves consecuencias de comprometer las normas de seguridad alimentaria en la industria de la comida rápida. Burger King publicó un comunicado condenando el acto y asegurando a los clientes su compromiso con la limpieza y la seguridad alimentaria. Este caso se convirtió en una advertencia sobre el alcance de las redes sociales y las rápidas repercusiones de la conducta inapropiada en línea.